
Gorrión se abre camino lentamente entre los muelles. Apenas hay luz: las medusas no están muy visibles esta noche.
Alcanzo a ver una bruma espesa sobre los pastizales de Ciudad Universitaria. Fuerzo la vista para ver el horizonte.
Es imposible.
Hacia adelante, la noche cerrada. Un telón negro sin luces ni matices. Sólo la noche.
Hay poco viento. El único ruido es el del barco cortando el agua. Las nubes se abren de a poco dejando ver la luna; llega algo de luz al río. Marco rumbo hacia el noreste y ato el timón para dejarlo fijo.
Con el pasar del tiempo la costa porteña se empieza a convertir en una línea de luz naranja difusa a mis espaldas. Al rato, todo atisbo de la costanera es tragado por la bruma.
No hay medusas, por ahora. Estoy seguro de que ya van a empezar a aparecer.
Prendo un farol y lo cuelgo en el gancho. La noche es fría, pero podría ser peor. Pienso en entrar y hacerme unos mates para calentarme un poco; no estoy seguro de querer distraerme.