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Matías tira de la soga hasta regresar al barco.

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Una vez adentro, observa el horizonte y dice en voz alta: 

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Chau, tío

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Agarra el cuaderno y decide tirarlo al río.

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Sabe que al tocar puerto se olvidará de todo.

 

La idea del olvido lo relaja un poco; ¿Qué importa, entonces?

 

Con el pasar de las horas, va dejando atrás su noche y, para cuando saluda a Garrafa, ya esta amaneciendo en el Río de la Plata.

 

Cansado, camina hasta Ciudad Universitaria.

 

Mañana será otro día. 

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